Este relato nos lo envían los queridos amigos twiteros @parejalokitos2... disfrutadlo!
Aquella tarde Lokita vino a buscarme al salir del trabajo. Traía puesto un precioso vestido negro de algodón, ajustado como un guante, y sandalias de cuña con tiras hasta la rodilla.
El vestido se ceñía a su cuerpo como una segunda piel, dejando adivinar que la ropa interior o estaba en su bolso o simplemente no estaba. Sus pezones se pusieron duros cuando vio mi sonrisa al contemplarla haciendo que la gente se diese la vuelta para mirarla mientras se alzaba sobre la punta de sus pies para besarme. Parecía una diosa.
Me miró con cara de pícara y me pidió que fuésemos al parking donde había aparcado el coche.
Conozco a Lokita, y la sola idea de que hubiese tramado algo para mi, hizo que bajo mi pantalón comenzase a fluir y a palpitar con fuerza la sangre que irriga las venas de mi miembro.